ALCOHOLISMO Y DIFERENCIAS DE GÉNERO
El presente artículo pretende dar una visión generalizada de la diferencia entre el tipo de consumo de alcohol en las mujeres y en los hombres. Estudios epidemiológicos señalan que el consumo de alcohol en las mujeres ha aumentado en los últimos años, aspecto que ha generado atención por parte de los especialistas a la hora de realizar un análisis y un tratamiento especificado.Es importante señalar que existen características diferenciales cuyo conocimiento es importante para iniciar un tratamiento precozmente. Las investigaciones más recientes evaluadas desde una vertiente cognitiva y motivacional se centran en el estudio de la relación entre las expectativas y el consumo de alcohol, y la influencia que dicha relación puede ejercer en las diferencias individuales, específicamente las debidas al género.
El consumo de drogas, especialmente el consumo de alcohol, no tiene el mismo significado para hombres y mujeres, ni es valorado del mismo modo por el entorno social. Diferentes estudios científicos han encontrado un mayor número de mujeres con un Trastorno por Uso de Alcohol en los últimos años, aunque existen diferencias en las causas, los métodos, la cantidad o las consecuencias derivadas de dicha problemática.
Así, se observa que las mujeres se inician en el consumo de alcohol a una edad más tardía que los hombres, siendo por tanto mayores cuando dicho consumo se vuelve problemático y necesario de tratamiento. La dependencia y adicción al alcohol en el sexo femenino presenta características etiológicas y clínicas que le diferencian del alcoholismo en el hombre. Para comenzar, las mujeres tienen factores etiológicos que aumentan el riesgo de padecer alcoholismo, como son: a) un patrón de consumo por parte de la pareja; b) síntomas depresivos y/o depresión diagnosticada; c) antecedentes de abuso sexual en la infancia; y d) maltrato en la niñez o adultez.
Además, se observa que las mujeres, debido a su condición física y biológica, desarrollan una adicción al alcohol con un consumo menor (menos gramos de alcohol) y más rápidamente que los hombres. Del mismo modo, se observa que el tipo de bebida alcohólica también es diferenciada. Así, los hombres presentan mayor consumo de cerveza, mientras que las mujeres mayor consumo de bebidas de mayor gradación.
A nivel de consecuencias derivadas de la adicción, se ha observado que las mujeres tienen mayores puntuaciones en las escalas psiquiátricas, presentando comorbilidad con trastornos depresivos, de ansiedad e insomnio, además de una mayor proporción de intentos autolíticos, los cuales son muy frecuentes. Del mismo modo, se observa consumo conjunto con otras drogas, principalmente psicofármacos o estimulantes. A nivel médico, se observa en las mujeres patologías hepáticas más severas, mayor afectación cardiovascular, miopatía y osteoporosis. Finalmente, diferentes estudios científicos han estudiado la relación directa que se observa entre las mujeres con adicción al alcohol y el desarrollo de cáncer de mama (Jiang et al, 2003). En el caso de los hombres, estos muestran mayor comorbilidad con diferentes trastornos de personalidad del Cluster A (raros o excéntricos) o Cluster B (emotivos o inestables) de la clasificación diagnóstica de la APA. Además, los hombres presentan más problemas legales y laborales, y más consumo de cocaína y cannabis.
Uno de los aspectos más relevantes y más preocupantes por los profesionales de la salud es la influencia que la visión social tiene el consumo del alcohol en la mujer. Mientras que el consumo en los hombres es percibido como una conducta natural, social y culturalmente aceptado (salvo casos extremos donde la adicción aparece asociada a conducta violenta, temeraria o antisocial), entre las mujeres supone un reto a los valores sociales dominantes. Por ello, las mujeres alcohólicas soportan un mayor grado de sanción y reproche social que los varones, lo que se traduce en la presencia de menor apoyo familiar y social. Esto se ha visto reflejado en los sentimientos de culpabilidad que suelen mostrar las mujeres en tratamiento (Crespo y Guzmán, 1996), que a su vez repercute en el hábito de consumo de las mujeres. En ellas, el consumo es fundamentalmente individual y secreto, debido al rechazo social que existe en cuanto a la adicción en las mujeres.
La estigmatización de las mujeres adictas aumenta el aislamiento social que sufren y favorece los intentos de ocultar el problema, que llevan a la persona a no pedir ayuda ni ingresar en un tratamiento. Numerosos estudios ponen de manifiesto cómo las mujeres intentan retardar la solicitud de ayuda hasta el momento en que las consecuencias sobre su salud o su vida familiar, social o laboral son devastadoras. Esto explica el hecho de que a pesar de que los hombres abusen del alcohol el doble que las mujeres, las tasas de varones en tratamiento sean cuatro veces mayores que las de las mujeres.
Las mujeres con una adicción perciben que han fracasado en su vida personal, familiar y social de manera más frecuente e intensa que los hombres con esta enfermedad. Esto se traduce en una desvalorización personal, tensiones y conflictos familiares y, en algunas ocasiones, violencia familiar.
En muchas ocasiones el entorno de la mujer enferma rechaza su condición de adicta. A diferencia de lo que les ocurre a los hombres, que suelen verse apoyados por su pareja, su familia o sus amigos. Las mujeres con un problema relacionado con las drogas, especialmente alcohol, se encuentran con el desinterés de su entorno o incluso la oposición abierta del mismo a la hora de iniciar un tratamiento. A pesar de ello, se ha observado que una vez la mujer toma la decisión de realizar un tratamiento, generalmente de carácter privado, existe una mejor adherencia al mismo, permaneciendo en la mayor parte de los casos durante todo el tiempo estipulado por los profesionales, y obteniendo una mejor evolución terapéutica incluso estando presentes trastornos psiquiátricos.
En definitiva, existen diferencias fundamentales tanto en la etiología como en las consecuencias del alcoholismo en las mujeres. Es de especial relevancia tener en cuenta todos estos factores a la hora de realizar una evaluación y tratamiento psicológico y psiquiátrico que permita una mejor evolución y mejora de los pacientes. En el Centro Terapéutico Valle del Tiétar se realizan terapias de carácter individual en las que se trabajan todas estas diferencias personales, familiares y sociales en el consumo de las mujeres y los hombres. Además, de manera específica, se realizan talleres de mujeres en los que se trabajan aspectos fundamentales propios del género femenino que ayudan a una mayor adherencia a la evolución terapéutica.
Equipo CTVT
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