Las mujeres en el tratamiento

fileuploads/noticias/blog-ctv-tratamiento-mujeres.png 02/05/2023

Las mujeres en el tratamiento

Desde el Centro Terapéutico Valle del Tiétar, situado en la Comunidad de Madrid, hemos reparado en la gran diferencia que existe entre el número de mujeres que ingresan en nuestro centro en comparación con el de hombres, así como en las diferencias que existen entre ellos en relación a los objetivos del tratamiento y, por tanto, en los aspectos a trabajar. Según los estudios, de todos los pacientes que acuden a tratamiento en adicciones, solamente un 20% de ellos son mujeres.

¿Cómo es que este porcentaje es tan bajo en comparación con el de hombres? El argumento principal que da explicación a dicha diferencia es que las mujeres, independientemente del tipo de adicción que sufran, son más fácilmente rechazadas por la sociedad debido a los juicios morales y sociales que se emiten hacia ellas. Este hecho dificulta enormemente que pidan ayuda y accedan al tratamiento que necesitan, ya que tienen miedo al rechazo que puedan llegar a experimentar si muestran su consumo. Dicho rechazo no solo se evidencia a nivel social, sino incluso por parte de la propia familia, así como de la pareja, que por lo general tiende a no querer implicarse en el tratamiento o tiene también un problema de adicción. Este miedo al juicio y a perder el apoyo de los suyos, junto con el miedo a perder la custodia de los hijos en caso de que sean madres, les lleva a tratar de esconder el consumo. Por ello, suelen tardar mucho más que los hombres en pedir ayuda y solo lo hacen cuando su situación vital es insostenible, por lo que generalmente llegan al tratamiento muy deterioradas y se consideran casos de mayor gravedad. Todo ello, no solo dificulta que accedan a los servicios de tratamiento, sino que también aumenta el riesgo de abandono del mismo.

Como se ha mencionado anteriormente, existen diferencias relacionadas con la adicción entre hombres y mujeres. En el perfil general de las mujeres adictas se observa un consumo más tardío, así como tendencia al policonsumo. Entre las adicciones a sustancias, destacan la cocaína, el alcohol (en el que se observa un mayor consumo en solitario) y los ansiolíticos y antidepresivos, y, entre las adicciones comportamentales, el bingo, las máquinas tragaperras, las compras compulsivas y las redes sociales. Por otro lado, en cuanto a su sintomatología, son frecuentes la baja autoestima y los sentimientos de soledad y vacío, lo que concuerda con la evidencia sobre la comorbilidad de trastornos depresivos con la adicción. En esta misma línea, también existe comorbilidad entre la adicción y los trastornos de ansiedad y del sueño.

En cuanto a la problemática más específica de las mujeres, también vemos que un gran porcentaje de mujeres adictas han sufrido violencia de género o abuso sexual en algún momento de su vida, siendo la prevalencia 3-5 veces mayor que en mujeres de la población general. Esto es un factor de riesgo para el comienzo del consumo y un agravante de la adicción. También, en muchas ocasiones, el estigma que existe sobre el consumo en las mujeres produce en ellas sentimientos de vergüenza y culpa, por lo que incluso llegan a pensar que se merecen esa violencia y, cuando se trabajan estas relaciones en terapia, aumenta la probabilidad de abandono del tratamiento. En esta misma línea, suelen tener una autoestima baja, ligada a que infravaloran sus capacidades.

Asimismo, resulta destacable la cifra en los tratamientos de atención a familiares de personas con adicción, donde el porcentaje de mujeres es del 70%, índice por el cual se observa que las mujeres tienden a implicarse más en lo que a dar apoyo a otros se refiere. Esto, en el tratamiento de las mujeres adictas, se refleja en una dificultad para poner el foco de atención en ellas mismas, así como de centrarse en sus necesidades y cuidarse, sintiéndose culpables y egoístas cuando lo hacen, ya que suelen estar acostumbradas a vivir únicamente para los demás y a través de los ojos de los otros.

Con relación a este aspecto, una parte muy importante del tratamiento suele ser el trabajo de la bidependencia, un tipo de dependencia relacional que consiste en depender tanto del objeto de su adicción como de una persona, normalmente la pareja. Dicha dependencia sitúa a la mujer en una posición de pasividad, poca autonomía y falta de sentimiento de capacidad para tomar decisiones, lo que, además del impacto que ello tiene, tanto en su autoestima como en su vida en general, supone uno de los principales factores de riesgo para la recaída. Por otro lado, también es muy común la codependencia, aunque tiende a presentarse más en la relación con los familiares, ligada a la sobreprotección, siendo el familiar quien organiza su vida alrededor de la persona adicta, por lo que este fenómeno se observa en mayor medida en la relación con las mujeres que aportan apoyo a la mujer adicta.

Es llamativo que, aunque suele haber menos mujeres en tratamiento, el porcentaje de fracaso terapéutico es mayor según los estudios, lo que se relaciona con el impacto que han tenido en ellas las experiencias de maltrato, así como la baja autoestima y los trastornos depresivos.

¿Cómo son las mujeres en el tratamiento? A nivel general, tienden a relacionarse más de manera individual que con el grupo, ya que funcionan desde una perspectiva más emocional y tienen más dificultades para desarrollar un sentido de pertenencia hacia el grupo. Asimismo, mientras que en el tratamiento de adicciones de los hombres suele primar la importancia de aplicar y hacer cumplir normas y de enseñar a tomar conciencia de la propia responsabilidad en las diferentes situaciones, en el tratamiento de las mujeres destaca la importancia de trabajar la dependencia relacional, en muchas ocasiones desde un lugar más emocional que con los hombres, así como el estigma que sufren estas mujeres por su adicción. Por lo general, las mujeres tienen menos dificultades para expresar sus emociones y suelen necesitar más argumentos a la hora de cumplir una norma, entender por qué deben hacerlo.

Actualmente, aunque se están realizando avances en este ámbito, el tratamiento residencial tiende a estar marcado por hombres, no de manera intencionada, no está diseñado solo para ellos, pero debido al porcentaje de hombres en comparación con el de mujeres, es algo que podríamos considerar incluso inevitable. Por todo ello, destaca la importancia de diseñar recursos de ayuda desde la perspectiva de género, incluyendo como objetivos de tratamiento aspectos como el trabajo de la bidependencia, el procesamiento de las experiencias de maltrato y la promoción de la autonomía cuando sea necesario. Desde el Centro Terapéutico Valle del Tiétar, situado en la Comunidad de Madrid, tratamos de proporcionar una atención individualizada a todos nuestros pacientes, centrándonos en un tratamiento  proporcionándoles la ayuda que merecen tras haber tomado la difícil decisión de ingresar.