La realidad del tratamiento

fileuploads/noticias/blog-ctv.jpg 02/02/2022

La realidad del tratamiento

Cuando nos encontramos con una persona de nuestra familia tiene una adicción (ya sea a una sustancia tóxica como el alcohol, la cocaína o las pastillas, como a una conducta como la ludopatía), nos esforzamos por encontrar la mejor ayuda posible para salir y solucionar el problema y todo lo que conlleva. Existen muchas opciones de tratamiento, y siempre debemos escoger la que creemos mejor según las necesidades y recursos. Entre ellas, está la posibilidad de ingresar en un centro especializado en estas enfermedades, en la que tendrá terapias psicológicas y psiquiátricas, además de otras muchas actividades terapéuticas, que fomentarán la rehabilitación. Pero no todo es un camino de rosas, y durante el periodo en que están ingresados surgen muchos altibajos.

Por parte del adicto, lo primero que piensa a la hora de tomar la decisión de ingresar en un centro de desintoxicación es “¿Dónde voy? ¿Qué se hace allí? ¿Qué tipo de personas me voy a encontrar?” Y ese cuestionamiento les dificulta a veces el ingreso, pues ese miedo a la incertidumbre que es habitual en casi todos nosotros, hace que el paciente en sus primeros días o semanas, muestre ambivalencia entre el consumo y sus ganas de dejarlo, siendo estas principalmente externas, aludiendo al “lo voy a dejar por mi familia” o “por mis hij@s”.  Es por ello que hemos decidido contar cómo es el proceso de recuperación en el Centro Terapéutico Valle del Tiétar.

El primer mes de estancia en el centro, principalmente se tratan los síntomas de la abstinencia tanto a nivel físico o psicológico. A nivel físico se consigue mediante fármacos que ayudan a modular la ansiedad producida por la ausencia del consumo. A nivel psicológico nos centramos en crear el vínculo terapéutico con el paciente, imprescindible para una adecuada adherencia al tratamiento. Cabe destacar que este centro acoge a ocho pacientes ingresados al mismo tiempo, lo que permite crear un ambiente más cercano entre los pacientes, así como con los terapeutas, que los acompañan durante todo el proceso, a diario, desde por la mañana hasta por la tarde. También se fomenta la motivación interna al cambio, frente a la externa, valorando tanto los beneficios como las consecuencias del consumo e identificando patrones desadaptativos y distorsiones cognitivas. En esta primera etapa, los pacientes se van adaptando al centro y al tratamiento, pero normalmente se encuentran con muchas barreras, creencias rígidas, falta de valoración de un cambio a nivel personal para mantenerse abstinente, baja asunción de responsabilidad, etc… No obstante, vemos en muchas ocasiones que los pacientes tienen la falsa idea de que la recuperación física (empiezan a engordar, desaparecen los temblores, menor dolor muscular, etc.) es equivalente a la recuperación de la enfermedad (“ya estoy bien”), cuando la mayor dificultad de la adicción es la dependencia psicológica. Por eso se ve que en muchos casos existen abandonos prematuros de los tratamientos tras cuatro semanas de ingreso, que lamentablemente son los que más recaídas presentan en un corto periodo de tiempo.

En cuanto a las creencias sobre el propio consumo o conducta adictiva, vemos igualmente la creencia de es algo que no les gusta, y que por tal motivo les va a ser sencillo rechazarlo. Una de las características básicas de la adicción es el gusto por la droga o, por ejemplo, el juego, por los beneficios que aporta, mientras que lo que se rechaza son las consecuencias. Los trabajos de aprendizaje de la enfermedad y reestructuración cognitiva ayudan al paciente a tomar conciencia de los motivos del consumo, así como control de las situaciones de riesgo, para evitar nuevas recaídas, aprendiendo de este modo sobre la realidad de la adicción, y cómo convivir con ella sin que perjudique en las esferas de la vida.

También es habitual que los pacientes muestren dos actitudes cuando se les confronta con su responsabilidad con la adicción. Las respuestas básicas son el victimismo (culpabilizando a causas o personas externas) y la irascibilidad unida a negación, y a veces genera rechazo a la terapia y querer abandonar el tratamiento, aunque en las terapias aprenden sobre lo que es esta responsabilidad, analizando aspectos como el control de los impulsos, la toma de decisiones, la resolución de conflictos… lo cual les ayuda a continuar en su proceso y ser más capaces y conscientes de cómo analizar y trabajar estos rasgos y habilidades.

También se trabaja conjuntamente con los familiares sobre la necesidad de marcar límites. Se observa que las familias se convierten en co-adictos y, aunque verbalizan motivos que pueden ser justificables (“le damos el dinero porque si no se pone violento” “le dejo fumar en casa porque así sé dónde está” “no le digo nada porque no quiero discutir todo el día”), son en realidad perjudiciales, pues mantienen o aumentan la adicción y los problemas. De este modo, se proporciona también a las familias (pareja, padres, hijos…) una serie de pautas y recomendaciones sobre cómo actuar, siendo siempre estrictos y congruentes, y en línea con el proceso, no sólo durante el tiempo de ingreso residencial, sino posteriormente.

Otra de las características que se observa muy a menudo es la tendencia de necesidad de recompensa rápida en los pacientes (querer las cosas rápido y fácil), siendo altamente demandantes, impulsivos, impacientes y con respuesta de frustración e irascibilidad cuando dicha recompensa o atención no se da como esperan. Esto genera muchos conflictos a lo largo del tratamiento, y es un eje fundamental a trabajar en las distintas terapias, ya que estas conductas se extrapolan a su vida cotidiana, y suponen ser un factor de riesgo de consumo. Así, en el centro hacemos hincapié en el desarrollo de habilidades sociales y autoconocimiento como bases de la rehabilitación, y por ello se realizan diariamente terapias grupales en las que se abordan temas como la solución de conflictos, la toma de decisiones mediante balances, los métodos de comunicación, el reconocimiento y restructuración de las distorsiones del  pensamiento, manejo de la tolerancia a la frustración mediante mindfulness, etc.

Aunque es un proceso arduo, tanto para las propias familias como para los pacientes, la recuperación es posible, siempre predominando el querer abandonar las drogas o la conducta problema, y siguiendo las recomendaciones adaptadas a las circunstancias de la persona y sus allegados. Además, el centro ofrece la posibilidad de un seguimiento ambulatorio para reforzar las dificultades del día a día, aspecto de especial relevancia, ya que se debe tener en cuenta que no se trata sólo de dejar de consumir, sino de hacer cambios radicales en el estilo de vida.

Si usted o algún familiar necesitan ayuda para un problema de adicciones, u otro problema o enfermedad psicológica, puede ponerse en contacto con el Centro Valle del Tiétar,  en la Comunidad de Madrid, que le informará del proceso y necesidades particulares.