No es lo mismo decir que vamos al dentista, al fisioterapeuta o al nutricionista, que decir que vamos al psicólogo. Seguimos teniendo mucho reparo en afirmar que necesitamos ayuda psicológica, como si pensásemos que nuestra salud mental es algo relativamente fácil de cuidar. Parece que debemos de responsabilizarnos de nuestra salud mental, y que es un fracaso, un motivo de pérdida de estatus o discriminación el hecho de afirmar que necesitamos ayuda especializada para encontrarnos bien.
El simple término de “trastorno mental” ya nos suena tremendamente grave, cuando realmente solo significa que hay modificaciones perjudiciales para nosotros en el funcionamiento habitual de nuestra mente. Juzgarnos, machacarnos, pensar obsesivamente en algo, tener dificultades para controlar nuestros impulsos o engañarnos a nosotros mismos, son en sí formas perjudiciales de lo que debería ser un pensamiento amable y compasivo con nosotros mismos y con los demás.
Actualmente cada vez hay menos discriminación a este nivel, valorando el bienestar en un amplio rango y aceptando que no solamente vamos por problemas mentales, sino por conflictos internos, aspectos que queremos trabajar o superar, o incluso para poder clarificar una toma de decisiones. Sin embargo, existe un autoestigma en el que nos adjudicamos las etiquetas, los aspectos negativos de las enfermedades, considerándonos peligrosos, poco válidos o incluso desahuciados, en vez de asumir que la enfermedad es un proceso y que al igual que sucede con las enfermedades físicas, algunas enfermedades mentales tienen cura y otras pueden ser ampliamente mejorables, enseñando a las personas a convivir con ellas.
¿Cualquiera puede tener una enfermedad mental?
Esta pregunta tiene una respuesta muy clara y concisa: sí. Definitivamente cualquier persona es vulnerable a poder desarrollar una serie de síntomas que, de no ser tratados pueden dar lugar a enfermedades mentales, que variarán en gravedad en función de los factores personales de cada uno, así como los familiares y ambientales.
Una persona con una predisposición genética a las adicciones, así como con una actitud favorable al consumo, reforzada por una baja variabilidad en el ocio, y con problemas en las habilidades sociales tiene todo lo necesario para acabar desarrollando una adicción. Del mismo modo una persona que se vea sometida a un cambio brusco en su vida, con ruptura de sus expectativas, y tendencia a la comunicación pasiva o evitativa de sus necesidades, puede acabar desarrollando un cuadro de ansiedad con somatización. Igualmente, una persona en situación de vulnerabilidad, con pocos recursos de modificar sus circunstancias, bajo autoconocimiento y capacidad para poner límites a los demás, sin rutinas estables ni proyectos de futuro en muchas ocasiones acaban en depresión.
¿Entonces cómo podemos evitarlo?
En primer lugar, podemos evitar empeorar la situación valorando nuestras propias ideas irracionales acerca de las enfermedades mentales, nuestro discurso moralista en el que realizamos juicios de valor maximizando y criticando la responsabilidad de las personas en el empeoramiento de sus propias dificultades.
Nos resulta lógico el pensar que si alguien que conocemos nos comenta que tiene contracturas no le vamos a sermonear con la importancia de mantener una postura adecuada a la hora de trabajar, o si nos comenta que se siente mal por sus problemas de peso no vamos a echarle en cara las veces que no comió adecuadamente. Sin embargo, el “te lo dije” en muchas ocasiones sigue siendo una de las respuestas más habituales cuando se valoran los trastornos mentales.
Acudir al médico es reconocer que no se tiene el bienestar y la salud mental que se desea, y permitir que un profesional evalúe y trace un plan de tratamiento para mejorar en aquellos aspectos que deseamos, recuperando así nuestro bienestar emocional. En el Centro Terapéutico Valle del Tiétar, en Madrid, tenemos un gran equipo de profesionales preparados para ayudarle en cualquier malestar que se encuentre, tanto de forma ambulatoria como con ingreso en caso de que fuese necesario, para permitirle volver a adoptar el rumbo que desea y llevar su vida al mejor nivel posible.